La historia nos sumerge en los
últimos días del régimen de Sadam Hussein. Aliyev (Jamal Amin), un musulmán de Uzbekistan
que es un agente ruso y miembro respetado por el poder iraquí, quiere
aprovechar esta relación para hacer negocio ofreciendo el esquema de una
supuesta bomba atómica a Sadam. Es durante este proceso cuando el régimen cae y
se produce la ocupación por parte de Estados Unidos, sin embargo el comerciante
de armas decide permanecer en Irak, piensa que siempre habrá alguien con dinero
dispuesto a pagar, sin preveer los giros que en su vida esta decisión le iba a
acarrear. El secreto que Aliyev atesora no tarda en ser descubierto por otros
agentes interesados de Irán, Estados Unidos, Israel e incluso Al-Qaeda que harán todo lo que sea necesario por hacerse
con la valiosa información. A partir de ese momento se desencadena una
encarnizada persecución repleta de asesinatos y conspiraciones, una caza al
hombre que desembocará en un inesperado desenlace.
The Yellow Cake, torta o pastel amarillo
en español, hace referencia al óxido de uranio concentrado que puede ser usado
para obtener plutonio con el que construir un arma nuclear.
Partiendo de esta premisa, el
director y guionista Tariq Aljuboiri, reconocido y respetado cineasta de origen
iraquí y profesor del departamento audiovisual de la Facultad de Bellas Artes
de la Universidad de Bagdad, nos ofrece
un interesante film con multitud de aspectos destacables. En primer lugar
resulta imprescindible hacer hincapié en el hecho de que se trata de la primera
película de acción iraquí, un género completamente alejado de las tradicionales
películas familiares y costumbristas o político-revolucionarias realizadas en
el país, por lo que representa un salto cualitativo, atrevido y valiente en el
cine de Irak. Por otro lado incide en un hecho doloroso para el país y
especialmente para sus ciudadanos, que son las verdaderas victimas de la
invasión de Irak por fuerzas internacionales con la falsa excusa de las armas
de destrucción masiva, inventando un conflicto político en su propio beneficio
económico.
Pese a tratarse de una cinta de
acción, inspirada en especialistas del género como los estadounidenses, en las
que suele ofrecerse una falta de profundidad y dimensión de los personajes y el
mensaje humano, Aljuboiri se las ingenia para introducir algunos elementos muy
significativos y elocuentes a la trama. Uno de ellos es el dialogo entre la pareja
de enamorados en el tejado de la casa que supura humanidad y esperanza. Otro
interesante momento es el del mensaje pacifista, conciliador y de hermanamiento
del enfermo terminal que espera su muerte víctima de la radiación por uranio
del que se ha contaminado por sus propias acciones anteriores, contrarias a lo
que ahora cree. Ambos pensamientos de esperanza, según nos deja entrever el
film, pueden ser extrapolados a la mayoría de un pueblo iraquí que tras la
experiencia sufrida envían un mensaje al resto de países para trabajar en el
desarme de las naciones y que aspira a vivir en paz.
El director consigue una atmosfera
interesante con unos personajes estandarizados pero adecuados para esta
historia de acción, siendo esta, la acción, la verdadera protagonista de la
cinta. Aljuboiri consigue dar fuerza y ritmo a la historia alternando
persecuciones, luchas y tiroteos y logra mantener la tensión y retener nuestra
atención hasta el final, cuando se descubre la verdad sobre el ambicionado
esquema de la bomba que todos buscan.
El director, conocedor del
lenguaje cinematográfico, creativo y valiente ha conseguido sacar adelante,
junto a un equipo motivado e ilusionado, un proyecto muy complejo con un enorme
número de dificultades añadidas, como las económicas, que comprometen la calidad
técnica del producto al tener que recurrir a los elementos que tenía
disponibles, de planificación o incluso ideológicas. Por estas razones no
podemos compararla técnicamente con las grandes producciones del genero, ya que
no dispone de sus gigantescos recursos, pero si por su historia y su mensaje,
en lo que sale bien parada. Por lo tanto he pasado de puntillas deliberadamente
sobre los evidentes errores o digamos desaciertos de la cinta, en beneficio de
lo meritorio que este proyecto único y pionero supone, y que estoy seguro de
que será el germen de nuevos trabajos en los que poder evolucionar y mejorar en
la dirección correcta.
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